Una ciudad
con contaminación visual denota un estado con falta de política para la ciudad,
con una regulación deficitaria o inexistente del espacio público y privado. Así
las ciudades se convierten en escenarios de millones de decisiones individuales
despreocupadas por su entorno, que conviven formando un caos difícil de
asimilar por el ojo humano.
Algunas soluciones para combatirlas son entre otras,
reducir la cantidad de anuncios y hacer un seguimiento de normas urbanísticas
racionales, evitando elementos agresivos o recargados.
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